John Wesley pasará a la historia de la iglesia como uno de los evangelistas más eficaces de Dios. Sin embargo, el camino hacia este llamado estaba lejos de ser recto.
John era uno de 19 hijos. Su padre era un predicador en Inglaterra. Y su madre, Susanna, era la supermujer espiritual. Aun con todas las exigencias de una familia numerosa, Susana nunca faltó a sus santas disciplinas diarias y a sus entrevistas espirituales semanales con cada uno de sus hijos. Sin embargo, de sus 19 hijos, Susanna estaba convencida de que John tenía un llamado especial de Dios al ministerio cristiano.
El propio Juan dio todas las señales de esto. Era ambicioso y disciplinado y muy pronto declaró la “imposibilidad absoluta de ser medio cristiano”. ¡Era todo o nada!
Él y su hermano Charles fueron a la Universidad de Oxford. No pasó mucho tiempo hasta que John formó una "sociedad espiritual" en el campus. Cada miembro de su Holy Club debía llevar una vida santa, recibir la comunión una vez a la semana, orar, estudiar las Escrituras tres horas al día y realizar algún servicio comunitario regular. Eran legalistas incondicionales.
John pronto sintió el llamado a evangelizar Estados Unidos. Él ¡iba a ser la respuesta de Dios para esta nación! Atravesó el Atlántico. A mitad de camino una tormenta feroz amenazó al barco y a todos a bordo. ¡John estaba seguro de que este era el final! Lo único que escuchó fueron gritos a bordo del barco. Entonces vio algo notable que cambiaría su vida para siempre. Justo en medio de todo este pánico y confusión, vio un grupo de pasajeros cantando tranquilamente salmos a través de la tempestad. Era un grupo de cristianos moravos alemanes.
“¿No tuviste miedo?” John les preguntó más tarde. “Gracias a Dios – ¡no!” fue su respuesta. “Nuestras mujeres y niños no tienen miedo de morir. ¿Tienes fe en Cristo?” ellos preguntaron. Esa sola pregunta alteró por completo la teología de Juan Wesley. Hasta ese momento, había estado cruzando todas las “t” y punteando todas las “i” espiritualmente, sin embargo en la hora de crisis, faltó fe en Cristo de que todo estaba bien.
En Estados Unidos, sus sueños se hicieron añicos y muchos de sus viajes misioneros fueron un fiasco. John regresó a Inglaterra para reagruparse. El mensaje que Juan seguía escuchando era simple y directo: “Cree y sé salvoA partir de ese momento todo su esfuerzo y postura espiritual terminó mientras descansaba únicamente en la obra terminada de Cristo en la cruz. Comenzó a predicar el amor y la gracia de Dios y, aunque no fue bien recibido por gran parte del establecimiento de la iglesia en Gran Bretaña, vio el mundo como su parroquia y, con mayor frecuencia, predicó al aire libre ante congregaciones improvisadas de hasta a 20.000 personas.
Juan había sentido su corazón extrañamente calentado por el Espíritu de Dios y eso cambió todo. Comenzó a vivir por fe, no por obras. Dios se convirtió momento a momento en una realidad viva. Su ministerio era ahora un desbordamiento de esa relación íntima que disfrutaba con el Padre: ya no la de un legalista incondicional sino la de un transmisor de gracia.
Sea bendito amigo mío.
Glen (Pitts)
El Grupo Barnabas / Mucho Amor

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